Primera plana
He de empezar contándolo todo por
el final.
Más de 10 mil personas han muerto hoy en diferentes
zonas del país, sus causas de muerte, a pesar de ser en lugares tan
apartados, convergen en un punto: todas son evidentes, demasiado
evidente.
Esta tragedia sólo puede explicarse por partes.
Comenzaré por la que esté semanario experimentó.
El día de
hoy, pasando la media tarde, un grupo de activistas ambientales se
dieron cita a las orillas del Río Coleto en la provincia de Santa
Rita. Su objetivo era hacer un llamado a toda la nación utilizando a
la prensa como medio para denunciar la contaminación hídrica a gran
escala que las empresas, coludidas con el gobierno, están liberando
a la corriente día con día.
Al lugar llegaron, al principio,
medios independientes, pero al descubrir el desenlace, la noticia ha
sido parte de una red de información que se encuentra en distintos
noticieros internacionales. Corrió como pólvora sin poder
detenerse.
Los hechos ocurrieron de la siguiente manera: tras
arribar al lugar, se podía observar un despliegue policiaco
considerable protegiendo las empresas, trabajaban bajo la suposición,
por demás lógica, de que la protesta se representaría como todas
las protestas del país. Ignoraban el giro repentino de la situación,
sorprendiéndolos por distintos frentes. Les estalló.
Una breve
crónica sería que al iniciarse la protesta, se leyeron diferentes
comunicados apuntando las responsabilidades de la contaminación, los
efectos devastadores para la población local, tanto de humanos como
de animales, los problemas con la flora y con las conexiones de ese
brazo de agua en distintos niveles, tanto sociales como biológicos,
incluso geológicos, resaltando la violación de tratados, leyes y
sentido común frente a un descontrol evidente del manejo de desechos
y de la utilización de materiales para la generación de productos
con un periodo de utilidad mínimo frente a los daños que produce.
Posteriormente, para sorpresa de los testigos de la protesta (tanto
prensa como policías) el grupo completo de activistas se arrojó al
río.
El espectáculo fue brutalmente estremecedor, los gritos de
dolor, la piel abrasada, la rapidez con que murieron, la certeza de
la protesta misma, conmovió a todxs.
La situación es grave
debido a que para sacar esos cuerpos del agua se requiere una
coordinación monumental de rescate y de recursos (como trajes,
máscaras, vehículos, etc.) con los que no cuentan, ni siquiera, los
bomberos de las regiones vecinas. Se necesitan especialistas en
rescates asociados con químicos.
Pero, a pesar de este
espectáculo, mi sorpresa fue mayor cuando me enteré por medio de
compañerxs del semanario que este mismo evento se había repetido
en, al menos, dos lugares más (aunque después nos enteramos de
otros tres), bajo la misma lógica de protesta: los otros grupos
habían actuado de la misma manera, arrojándose a ríos contaminados
tanto por fábricas como por mineras. Todo vinculado por
normatividades incumplidas.
Así se convirtió en noticia
internacional.
Los sucesos que se han desatado en las últimas
horas están siendo relatados por distintos medios, este semanario
incluye algunas opiniones y otro tipo de información que estamos
siguiendo con mucho interés.
Por otro lado, también desde esta
noticia, lo que se puede rescatar muestra al tipo de activismo con el
que nos hemos encontrado; auto nombrándose como grupo: “la
lluvia de tristeza”, esta especie de colectivo muestra un nivel
de organizacion y radicalidad contundente que presume de no haber
desaparecido. Actuó desde un disfraz de colectivo medioambiental
moderado, adoptando esquemas usuales de convocatoria. Sin embargo, la
información de sus convocatorias no mencionaban, en ningún lugar,
el desenlace inesperado de lanzarse al río. Las preguntas aún son
muchas.
Lo único que podemos informar es lo que dice el último
comunicado que se leyó (del que tenemos una copia), en cada uno de
los lugares de estos eventos, al cuál este semanario se adscribe y
respalda como lucha legítima. El mensaje íntegro dice:
Cuando
me acuesto lloro:
Lloro sudando miedo.
Lloro gimiendo
tristeza.
Lloro surcos en mis mejillas.
Cuando me levanto
lloro:
Lloro lágrima viva en la colina.
Lloro lluvias de agua
cristalina.
Lloro vida que contaminas.
Cuando me detengo
sudo:
Sudo los muertos que se asesinan.
Sudo la sangre de mi
familia.
Sudo la fiebre y la toxina.
Para poderse curar
Se
llora
Se duele
Se suda
Se lluvia
Y si ante la muerte no
se sale con vida,
Entonces se lluvia tristeza.
Comprendemos
los argumentos que usamos, comprendemos lo que estamos
denunciando.
Afirmamos que producir así nos está matando. Por lo
tanto moriremos.
Afirmamos que el problema se está saliendo de
nuestras manos. Por lo tanto nos escapamos.
Afirmamos que las
posibilidades de transformación en este país no pueden ir por las
vías de siempre. Por lo tanto actuamos.
Comprendemos que
comprender es difícil, por eso lo explicaremos claramente: Esto debe
detenerse aquí mismo antes de que la tragedia sea mayor. Haremos lo
necesario para demostrarlo. Al final lo que importa son las plantas,
los animales y todos ustedes. No nosotros.
Continuaremos
demostrando. Hasta qué los que queden se den cuenta de lo que sea
que esté pasando.
Somos la gota fría
La tormenta
helada
Somos el colectivo que se escurre
en la lluvia de
tristeza.
13 julio 15