sábado, 24 de mayo de 2014

Del comienzo al no me acuerdo I

Del comienzo al no me acuerdo

La pregunta básica

Queda tanto por hacer y tan poco tiempo.

¿qué ha cambiado ahora?,
¿acaso eran sueños derramados de una olla hirviendo?
incesantes combinaciones de sonidos y aromas,
de líquido sobre la madera de hoguera.
Y se hizo el tiempo,
como piel de borrego.
con surcos afelpados
lanudos y piojosos.
Y el tiempo hizo
ruidos y sonidos,
hablando exigiendo:
escúchenlo bien
callando escuchando:
¡siempre!

queda tanto por hacer...
la maraña de ideas, saberes y sentimientos
me han pasado por el cuerpo
¿qué era eso que buscaba?
¿tanto me complicaba?
hay que reconocer
la absurda complicación
que complica el final del cuento
para cambiarlo al flujo del encuentro:
es simplemente ser niños.

Y tan poco tiempo
ha pasado.
Es pasado que te ha narrado,
en sonidos, formas, colores,
sabores, dolores y cuentos
de marañas de ideas, saberes y sentimientos:
"ya estás aquí, inmediatamante,
cuando notas que te fuiste";
te acuestas, sonríes...
y ha pasado tan poco tiempo.


Caparazones juglares

Tropezones del pensamiento III

Tropezones del pensamiento
Justificaciones de tesis: El problema


Hace años, cuando aún no entraba a la universidad, era otro: tenía diferentes complejos, buscaba cosas distintas, me preocupaba por ciertas cosas y tenía una construcción personal específica modelada por mis condiciones inmediatas. Durante ese periodo existía una necesidad desenfrenada de comprender todo, tanto a mí mismo como al mundo; era una bestia sedienta de saberes que me permitieran acomodar mi realidad desordenada. En esos momentos mi visión del mundo se limitaba a mi ciudad natal, a la misma escuela a la que había asistido durante toda mi vida, lugar jesuita y adinerado. A mis actividades rutinarias de fin de semana y a mis inseparables libros.
Dentro de esa, mi corta vida, había sucedido una coyuntura importante que me presentó una cara de la moneda que no me había imaginado: el mundo está construido con base en una profunda desigualdad a causa de una explotación brutal. Me enojé. Me enojé mucho. Sin embargo sabía poco, y tenía una estrategia de sobrevivencia adolescente brutalmente presente: el mundo, como ahora, me sobrepasaba.
Después de una serie de situaciones resultó que estudiaría sociología. Dos razones eran las principales, otras las secundarias: me gustaba leer, me quería salir de mi ciudad, necesitaba saber, andaba ansioso, me carcomía la urgencia, etc. Sin embargo esas dos causas principales fueron y son fuertes. Recuerdo claramente como anoté en una libreta algo que me persigue a la fecha: no olvides por que decidiste estudiar sociología.
A lo largo de la carrera noté como existen distintas discusiones en múltiples espacios y con diversos fines; revise tendencias, comparé discursos, me clavé en varias cosas, me jalaron esas cosas, me volví loco, me regresé a la cordura, me molesté, me di de topes, comprendía, me confundía, me convencí y también me observé equivocado, me enmarañé en ese gran océano. Sigo haciéndolo. Sin embargo esas dos razones principales siguen siendo los puntos de referencia para dirigir el bajel. Han habido noches de todo: tormentosas, nubladas, claras, lejanas, varadas.
Ahora mismo me acuerdo, como otras veces, de esa anotación en la libreta: no olvides por que decidiste estudiar esto; lo recuerdo porque observo como lo que me está impidiendo avanzar en mi trabajo de tesis es una pelea que se ha profundizado, me irrita tener que cumplir con una limitación discursiva de la disciplina, que se manifiestan con una separación brutal entre la expectativa y el proceso construido. Parece que estoy olvidando por que decidí estudiar esto, se me olvida por las prisas y las confusiones. Pero como dicen en el grupo de meditación: cuando te das cuenta que estás perdido ya estás de vuelta.
Veo que son dos objetivos fuertes y que hacen un combo importante: buscar las razones que permitan comprender lo que pasa: tanto social como personal, y la segunda, que viene con una fuerza constante, ¿qué hay que hacer para transformar esta realidad?

Sociologización educativa
Revolución Fantástica

martes, 13 de mayo de 2014

Mientras tenga ojos

Mientras tenga ojos


Hoy te miré largo rato por la ventana, tus hombros parecían botones de flores listos para cantar sueños de polen, eran la cuna del néctar en donde la existencia de la vida manifiesta los colores más entrañables que se han observado; se movían al compás de tus pasos: tambores danzarines en la tierra fértil, criadero de uñas y cosquillas.

Te miré pausado, respirando tu mirada compuesta de cejas y lunares, de ojos estremecedores, de sonrisa permanente. Te miré acá adentro, bajo los cabellos enredados, entre la coraza de costillas; te miré mirándome con una distracción que me enternece los enojos, que acaricia mis temores.
Te miré de lejitos para que no lo notaras, como quien se esconde de sus carceleros, como quien protege su vida ocultándose.
Sabes, me gustó mirar tu cabello oscuro sobre la espalda; me gusta mucho que mis ojos puedan ver, que mi cuerpo sienta, que mi respiración se modifique; me recuerda varias lecciones que he aprendido.
Así mientras te miraba galopó sobre el desierto de mis labios una estampida de alegría. Te la obsequio con todo el cariño que conozco.

Nebulosas Australes