viernes, 20 de diciembre de 2013

Tormentas de arena

Tormentas de arena

Estoy acá, creando mareas de sábanas con la respiración tranquilizándome, engullendo entre tragos de mezcal las lágrimas que contrajeron mi cuerpo en calambres de vacío. Estoy acá entre oraciones pausadas, bajo la luz que desaparecerá durante unos meses, durante el resto de mi vida. Me laten la sien de mi cabeza anudada, la mandíbula posee el freno de lo incontrolable, de la desilusión explosiva, del intento imposible, de la resignación absoluta. Bebo, fumo, quemo; me ausento de mis intenciones, me alejo de mi existencia casposa de las ganas de cruzar el globo, de mostrarme como un sol resplandeciente. Le cambio el nombre a la huida y la convierto en la gran búsqueda, me invento nervios y objetivos distantes para que la voz que se quiebra no desemboqué en cascadas de lamentos, en lluvias que me nublen la constante marcha de las orugas. Me acuesto sin sueño, me duermo evitando vivir la noche y lo que se pueda del día. Me sacudo mi trabajo, me enjugo los convencimientos, me suspendo en el vacío del estómago sin alimentos, en la cueva que no podrá regurgitar sus temores y dolores.

Apresuro el mezcal en la garganta, me calienta el cogote, me entibia las lágrimas, me acaricia las contracciones de mi pecho. Me acompaña cuando todo me lleva al recuerdo imborrable de cascabeles en el viento, de marometas de besos, de pisadas en el cerro.
Me escucho gritándome que arroje las tripas al tiempo que estalla el llanto, que no esconda mis truenos de sollozos para que nadie se entere que estoy al borde del berrinche, que por más que lo imagine el planeta no estallará, como tampoco mi cabeza y cuerpo sobresaturados.
Estoy aquí con una cascada de mocos, con una boca seca que se empapa de alcohol para consolar, como otras tantas veces, sus males de amor, sus observaciones de distancia, de diferencia de caminos. Y regreso despacio, encogido, cojeando, ronco, borracho, perdido, enfermo, desatendido, con el mismo vértigo emocionado por poder compartir un poco de deseos sepultados, de aprendizajes limitados, de individualidades separadas.
Y entonces bebo y fumo y quemo y lloro y grito y me callo y sigo y me escondo y me nuestro y lo intento y me canso y lo dejo y regreso y bebo y fumo y lloro y quemo y bebo y lloro y sueño y despierto como ahogado y me duermo en mar de sábanas que parecen gotas de sal brotando de mis pestañas, endureciendolas con el viento que me eleva por el cielo de la embriaguez y la tristeza. Y de nuevo avanzo sobre el mismo camino que venía andando. Avanzando, avanzando, hasta desfallecer en la arena.

Nebulosas Australes

miércoles, 4 de diciembre de 2013

De las muertes de mis muertes XX

De las muertes de mis muertes
Mi perro

Actúa de inocente,
le gusta jugar conmigo
lo hace igual que la gente
de quien es su mejor amigo.

El bruto es un demente:
estructura su estrategia,
ataca de repente
y su juego privilegia.

Observando su existencia
me explico sus manías
cuando expone su dolencia
pues quiere compañía.

Mi perro es solitario
y de eso se defiende:
coexistimos a diario.
Mi perro es un rebelde.

Senderos de Paraponeras VII

Senderos de Paraponeras
El único


Millones de pasos han compactado el camino que he hecho mío: la realidad del único es la potencia de la conclusión del mundo, de las líneas que convergen hacia la limitación individual de la consciencia.
El único son los romanos, la astrología, la informática, los celtas, los rarámuris, el pueblo mapuche, Shiva, los Asuras, el padrino, Jerusalem, las galápagos, los pingüinos, el golf, Hiroshima, Chernobyl, las catedrales, las mezquitas, la Luz del mundo, los ríos, los camellos; el único son las neuronas, la religión, la ciencia, la ética, los idiomas, la sangre, el sexo, la fauna, la flora, los minerales. La química, la biología, la alquimia, la filosofía natural.
El único es la guerra, las conquistas, las independencias, las revoluciones, las tiranías, los sacrificios, las castas, las clases sociales. El único es la vida, la muerte, los espíritus, los fantasma, los duendes, los ángeles, los buitres, la carroña, la putrefacción, las estrellas, el cosmos, el inframundo, las brujas, la Inquisición.
El único es la sombra, la luz, el helio, el potasio, la luna, las gravedad, la temperatura, la estructura, la matemática.
El único es el suelo, el cielo, el agua, la lava, el sol, la ola, el huracán, los terremotos. El único es el solo, el acompañado, el triste, el llanto, la muela, los hongos, los músculos, las llagas.
El único es el todo, la nada, el vacío, la angustia, la soledad, la compañía.
El único es Dios y el diablo y los santos y los titanes y las deidades y los espíritus y Gaia y Pachamama y Alá y Krishna y Raijin y Macbeth y el Quijote y Julio César y Tlacaélel y Bolívar y Martí y el Che y América y Asia y África.
El único es el indisoluble, el partido, el fragmento, la intención, el sentido, la verdad y la mentira.
El único es el que escribe, el que lee, el que danza, el que vuela, el que maúlla, el que rumia, el que se mimetiza en el fondo del océano, la que hace perlas.
El único es el pistilo, la corola, las espinas, los pétalos, los troncos, las setas, las hormigas.
El único es el que camina nuevos pasos sobre los caminos que han sido pisados, apelmazados, asfaltados, enrielados. El único es ese que existe gracias a la existencia que lo hace posible. El único sólo es único al formar parte del todo.

Anormalidad Incómoda
Revolución Fantástica