Estén en paz. No hubo errores, ni nada para reprochar, simplemente no se alineó el cosmos como nos hubiera gustado.
Estaremos escondidos un rato.
Los dragones viven en distintas islas. Hay unas montañosas, otras más desiertas y otras como sea.
Entre las islas se han creado rutas, por mar y aire, por tierra, entre cada isla, entre muchas, en ella misma.
El archipiélago del dragón es una forma poética para narrar, representa la interdependencia contada por partes, por distintas miradas.
Nace de perdición la soledad aparente.
Desnuda la ausencia el recuerdo.
Enfrenta mi mente opciones de vista.
Inquebrantable silencio escupe la garganta.
Cuando ves a través de, no ves lo que quieres ver, a menos que te des cuenta que está ahí.
Termina siendo un elemento inédito la geticulación que lo oculto en el espacio promueve en los destellos de luz que lo atraviesan, es elemento complicado que concluye el silencio en más silencio. Y es que apenas lo voy entendiendo, apenas va entrando, conocer no es, nunca es, desnudar la mente ajena, conocer no es traspasar la nula transparencia del otro.
Conocer, termina siendo sonreir mientras no ves nada. Es guardar silencio porque lo único que hay que decir es el silencio. Conocer es dejar de leer, leer al mismo tiempo. Conocer es dejar ser, es ver de que manera uno deja de remontar el vuelo y ver como lo remonta.
Olvidarse de uno, es olvidar el cosmos. Olvidar el cosmos es olvidarse de uno.
Es transparente el cosmos en mi ver diario, los goces de luz que se me presentan me lo indican en sus instantes.
Es ese momento donde llega la calma, intranquila calma (insoportablemente leve). A pesar de este alboroto, acepto al cosmos como cosmos.