domingo, 26 de octubre de 2008

Colores en blanco y negro

Colores en blanco y negro
A los engranes, por la música repetida que explotó el 17 de octubre

Estaba en el viaje, entrando, caminando, las líneas se dibujaban delante de mis ojos, la gama de colores oscilaban entre el blanco y el negro: todos los colores visibles e invisibles, cada uno lleno de información, números binarios danzando entre ellos, creando y recreando.
Había una idea fractálica, infinita, cada momento tiene su yo a lo grande y su yo a lo pequeño, su yo multiplicado construyendo distintos yo's similares entre sí.
Lo abstracto y lo práctico, lo general y lo particular, lo objetivo y lo subjetivo.
Cada sentido, cada persona, cada grupo, cada partícula, cada imagen, cada pensamiento, cada existencia, cada inexistencia, la realidad y las realidades.
El olfato percibe ciertas sensaciones, olores. Los olores están compuestos de un olor general, del general al particular, miles de combinaciones construyendo otras más, perfectas, espectaculares, exactas.
Exactitud buscada por el conocimiento, por la realidad.
El mundo huele de una manera particular, está compuesto del olor de sus particularidades, de la selva, de las selvas, del desierto, de los desiertos, del mar, de los mares, de los continentes, del árbol, de cada árbol, de cada raíz, de cada hoja, de cada pez, de cada hueso, de cada unión, membrana, átomo, electrón. Olor construido y modificado a cada momento, en cada segundo, la conjugación de olores en el tiempo. La diferencia de olores por segundo se reúne en el olor diario, en el olor anual, en el olor absoluto.
La escuela inglesa -guiándome solamente por Newton- debate con la francesa -pensando sólo en Descartes- la idea de lo absoluto y de lo relativo. Lo absoluto (Newton) es lo divino, lo que incluye a todo, lo creado por Dios, piensa que Descartes únicamente ve lo relativo, lo mundano, lo que subjetivamente, ligado al hombre, existe.
Por lo tanto lo absoluto está compuesto por relativos, el hombre ve los relativos y sobre particulares construye la verdad. Su verdad.
Los olores se descomponen en millones de olores y estos se relacionan con otros sentidos, con otras realidades. Cada persona lo nota de una manera diferente, cada uno asimila el olor en sí de una forma subjetiva y la transforma en objetiva para comprenderla, por lo tanto acomoda la realidad percibida sobre la que le conviene, sobre lo que le acomoda.
Al unir los sentidos, el tacto experimenta algo parecido, el sentir del todo es algo general compuesto por sensaciones específicas; el sentir algo con el dedo no es sólo lo sentido por el dedo sino lo sentido desde la yema hasta el cerebro pasando por cada lugar específico en la conexión entre la sensación y lo sentido, hecho que nos lleva a una percepción de igual forma subjetiva que se asemeja a la del olfato (Olfato = x, Tacto = x), el mismo resultado, la misma conclusión, diferentes métodos, distintas dimensiones. Diferente.
La ciencia es una manera de sentido común, con ella se legitima la verdad y gracias a ella se construye la manera de ver una verdad. El sentido común se basa en una lógica, con o sin sentido, y al crearse esta lógica se forman caminos para ver lo que se quiere ver o lo que la lógica te lleve a ver, entonces la realidad (vista desde lo lógicamente construido) se relaciona con la explicación, con el sentido común. La ciencia.
Y el oído percibe distintas ondas que constituyen sonidos, sonidos semejantes, sonidos identificados como iguales pero que viven en su individualidad de espacio–tiempo.
Regresando a la exactitud, la matemática, parafraseando a Heidegger, es algo creado por el hombre que representa la exactitud del mundo. El mundo es exacto, por eso los números, al menos en la concepción general del hombre, son también exactos.
Al tener un movimiento sonoro se identifica el sonido como algo general, algo que proviene de un mundo ya conocido de cualquier cosa, pero es la combinación con otros elementos la que los cambia, rompiendo con el absoluto de “tiempo” que ve la física clásica. Cuando una piedra cae lo hace de una manera de acuerdo a la fuerza que actúa sobre en ella y no importa su tiempo relativo, si se imprime la misma fuerza y la misma dirección se comportará de igual manera, trascendiendo el patrón de lo específico y lo relativo para alcanzar lo absoluto y real. Lo exacto.
El sonido lo podemos comparar con una explosión: cada onda como movimiento va a repercutir en su espacio “no yo” vecino inmediato provocando nuevas vibraciones que, a su vez, construirán lo mismo llevándolo al infinito, a la realidad fractálica.
Diferente a la exactitud fractálica, puesto que la construcción matemática trasciende la realidad perceptible.
La matemática representa la exactitud de lo que ya no es posible representar como exacto.
El discurso de legitimar la verdad ya no tiene verdad que legitimar; y las líneas continúan rompiéndose, adoptando formas, formas que crearán otra forma única, con formas compuestas por formas y que harán nuevas formas.
Millones de formas para nunca saber cuál es la forma final o la forma primera.
Y las imágenes son instantáneas: fotos del momento, fotos tomadas por lo que se ve, instantes microscópicos que se articulan en una fotografía general e infinitas particulares. Con esto podemos construir movimiento estático, movimiento en la unión de las fotografías instantáneas, siendo que en un instante preciso se puede ver el movimiento de un paso sin que haya un paso realmente creado. Sin embargo, al unir todas las especificidades, podemos encontrar las que constituyan el paso y, por lo tanto, ver la animación en una pausa total.
La visión, lo ocurrido, el olor, lo sentido, se configura en una alianza que hace que se sea lo que se es en el momento indicado, dejando abierta la oportunidad de que sea cualquier otra cosa. Dejando libre la gama de dimensiones, pudiendo ser lo que no se es.
El mundo es un mundo de mundos.
El sexo es un sexo de sexos.
El concepto es una ambigüedad del “sí-mismo” catalogado por una generalización de lo particular.
La roca es una roca de rocas.
La roca como concepto está construido por el “sí-mismo” pensado arbitrariamente que se edifica por las rocas en su totalidad.
La frontera de las rocas es amplia y por lo tanto se especializa.
La ciencia es el concepto, no todas las investigaciones; por lo tanto, la ciencia se fragmenta y ese fragmento se divide, y esa división se especializa, y la especialización ve el mundo en base a metodologías y teorías, y esas metodologías y teorías son usadas por particulares específicos que ven lo que quieren y necesitan ver.
Y el viaje es lo que se ve en una cámara, en un estudio de filmación, un close up, un alejamiento, un uso mágico del zoom.
-Habla más, nos gusta oírte… para reírnos.
La imagen que se forma hasta el “oírte” es de un personaje de pie en un escenario que tiene el piso de parquet, luces que nacen desde abajo, con inmensas cortinas rojas a los lados abiertas de par en par, la orquesta tocando, un público, enorme, de pie, aplaudiendo desde sus butacas.
Esplendor.
Clímax.
"Para reírnos."
Un hoyo de gusano; un alejamiento de la cámara. El pensamiento muere. Un payaso sentado en un escenario negro con cortinas blancas, el suelo está medio despintado, las cortinas un poco raídas; sentado en una silla plegable, gris, de esas que rentan para las fiestas de pueblo en las primeras comuniones. El público callado, viéndolo, toses que golpean el silencio, el reflector de lleno en su cara. La cámara cambia de ángulo y se ve la nuca del payaso, el reflector de frente deslumbrando, reflector blanco en contraste con el fondo negro, con la gente sentada; en sus mejillas se ven gotas de sudor, han llegado desde su frente, el cuello muestra pintura corrida por la humedad de su cuerpo, por el calor que éste provoca.
Su traje es negro, su cabeza lleva un sombrero. La cámara gira, se ve de frente, tiene los dedos entrelazados, sus ojos paralizados, su boca torcida hacia abajo.
Una sonrisa es parte del maquillaje.
¡Está triste pero siempre sonríe!
Es su “sí-mismo”.


Revolución Fantástica